Sobre la libertad de expresión




 ¿De qué soy libre de opinar? 

En un sentido estricto, de todo. La libertad de opinión o conciencia es un derecho o libertad que debiera ser prácticamente universal, tal como propone John Stuart Mill en su clásico ensayo sobre la libertad, donde propone el llamado principio de la autonomía que ha servido de eje para la discusión del problema de la libertad en las sociedades liberales modernas.

 "...la única finalidad por la cual el poder puede, con pleno derecho, ser ejercido sobre un miembro de una comunidad civilizada contra su voluntad, es evitar que perjudique a los demás" 

De tal principio Mill deriva tres libertades o derechos fundamentales. Libertad de conciencia, de expresión y de asociación.

Hablemos un poco de la segunda que necesariamente depende de la primera.

Ahora, si bien me es dable opinar de todo, debo advertir que hay cosas en las que no es conveniente opinar, a menos que se pida mi opinión; por ejemplo el ámbito privado. Podría preguntarle a un amigo si me tatúo “Aquí estuvo Ludovica” y probablemente me aconsejaría que no lo hiciera y puedo o no tomar en cuenta esa opinión. Pero no es válido opinar sobre las formas en que alguien quiera vestirse sin que nos lo hayan pedido. 

Ahora, aquí puede haber un cruce de lo particular a lo social. Alguien puede considerar que se siente bien midiendo 1.60 y pesando 140 kg, (obesidad mórbida), o midiendo 1.60 y pesando 35 kg. ok. Pero eso no quita que la obesidad mórbida o la anorexia sean enfermedades y no estilos de vida. No podemos intervenir en su vida personal, pero tampoco es viable publicitar esto como estilo de vida.

Mis gustos estéticos son una opinión, ni mejor ni peor que la de ningún otro. Por lo tanto censurar a alguien porque prefiere o no gusta de tal tipo de música o tal forma literaria a otra o vestirse de tal o cual color, es una soberana idiotez.

Recuerdo que hace algunos años publiqué mi opinión sobre Lovecraft, que me parece un escritor terriblemente malo. Es una opinión, personal que probablemente a muchas personas no les guste y están en todo su derecho, pero no tendrían por qué censurarla. Comento esto porque un sujeto sacó a relucir toda su xenofobia a partir de esta opinión.

Ahora si yo fuera un experto en literatura -que obviamente no soy- podría argumentar que mi opinión va más allá de un simple gusto y recurrir a la teoría literaria, no tendría más valor pero si tendría, al menos, elementos que podrían tomarse en cuenta, lo mismo aplicaría para la música, la pintura, etc.

¿Toda opinión es respetable? Tampoco. 

Esta es una confusión muy común. Planteemoslo claro. Se respeta a las personas no a las opiniones. 

Demos un pequeño giro “Yo opino que la tierra es plana”. ¿Es una opinión? Sí. ¿Tengo derecho a expresarla? Sí. ¿Debe ser incluida en los libros escolares o tomada en cuenta en las discusiones científicas, políticas, etc? No. La razón es que aquí hay todo un campo de saber científico que demuestra que esta opinión es una estupidez, puede ser parte de un contenido religioso, o una teoría conspirativa, pero eso no les da derecho a ser tomada en cuenta en e ámbito de lo público. E

Respecto si la tierra es redonda o plana, esta opinión en específico no hace daño a nadie, pero hay otras del mismo campo, que al ser tomadas en cuenta y darles valor en las decisiones políticas podrían afectar gravemente la vida de todos. En muchas ramas resulta evidente que el saber científico tiene y debe tener más valor, al menos en la vida práctica, que las opiniones morales, religiosas, políticas ideológicas, etc. Es decir si yo pienso que las enfermedades son causadas por demonios esa opinión no tiene ningún valor práctico ni podría ser aplicada a lo público; por ejemplo los antivacunas, los negadores del cambio climático, la negación del holocausto, la superioridad racial o sexual, etc. etc. Siendo opiniones no son respetables. 

Además muchas de estas opiniones tienen, o podrían tener consecuencias en el ámbito de lo político. Siendo la política por definición el ámbito de lo público, de entrada podría ser un espacio abierto a la discusión (al menos en su forma ideal), era el sentido que para los griegos tenía la expresión, incluso de ahí que se llamara idiota al hombre que se desinteresara de la vida pública. Para opinar y actuar en la esfera pública está la política y es el terreno del debate político. 

Obviamente en este terreno tengo libertad de opinar, pero mis opiniones tienen consecuencias. Esto suele ser algo que generalmente no se entiende, una opinión política tiene consecuencias políticas. Por eso no puedo apoyar el racismo, la xenofobia, la misoginia, la misandria o la homofobia y no esperar consecuencias, argumentando que “solo es mi opinión” y que vale lo mismo que cualquier otra (como si fuera una opinión de carácter estético) . Lo que muchos quieren es dar su opinión en estos campos y que no haya consecuencias. Si estas opiniones son emitidas en el campo del debate político y público están ahí para ser debatidas, atacadas, apoyadas e incluso ridiculizadas. Esas son las consecuencias y es aquello de lo que uno debe hacerse cargo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Perversión ¿Síntoma o estructura"

La tuya en vinagre...

Schreber, los archivos de la locura