Abducciones: La interpretación psicoanalítica
Este es un artículo que publiqué hace muchos años sobre el fenómeno de las abducciones, muy de moda en ese entonces.
El problema de las abducciones es un problema relativamente reciente en el campo de la ufología, y hace no más de diez años, era una casuística relativamente extraña a la que muy pocos investigadores prestaban atención. Ello es obvio si vemos, por ejemplo, las categorías clasificatorias para los informes ovni propuesta por Hynek o Valleé, en donde no aparecen criterios a este respecto. Hynek, cuando mucho, llega a incluir una categoría para informes en donde se hace referencia a la presencia de seres al interior o en los alrededores del supuesto ovni, los famosos encuentros cercanos del tercer tipo. Posteriormente, y hasta hace muy poco, es que se han propuesto modificaciones a la categoría de Hynek agregando los llamados encuentros cercanos del cuarto, quinto y hasta sexto tipo.
Problemas similares a los de los encuentros con humanoides han sido una de las características más antiguas del fenómeno ovni, por ejemplo tenemos ya en 1848 el caso del pintor italiano que viera un par de humanoides cabezones y de grandes ojos[2]; sin embargo, el tema de la comunicación, el rapto o similares no son sino bastante posteriores. Así, no es de extrañar que en la década de los cincuenta, el tema de la comunicación con seres extraterrestres estuviera primordialmente centrado en torno al fenómeno del contactismo (Adamski[3], Fry, Villanueva[4], Siragusa[5], Bethurum, etc.) y por ello la mayoría de los ufólogos se desentendiera del mismo, considerándolo una especie de folklore moderno con raíces pseudomísticas, esotéricas y religiosas. No nos extraña pues, que gran mayoría de estos grupos originados en los cincuenta hayan dado origen a modernos grupos sectarios, algunos altamente destructivos como la secta de la Fratellanza Cosmica de Siragusa, actualmente liderada por los hermanos Bongiovanni.

Desde el caso Hill, al que muchos autores han considerado prototípico, hasta nuestros días, el fenómeno ha ganado cada vez mayor difusión, tanto a nivel de los investigadores como a nivel de losmass media. Si bien recibido en su momento con bastante cautela, el fenómeno abductorio fue ganando carta de ciudadanía en el ámbito ufológico y actualmente, creemos no equivocarnos, si decimos que es raro el ufólogo que, al menos, no lo considere interesante.
El terreno de las abducciones ha sido desde sus orígenes un elemento altamente perturbador, pero ha observado una evolución interesante en la cual proponemos distinguir varias etapas:
a) Informes de ovnis y ocupantes (años 40 y 50)
b) Informes de comunicaciones con seres de los ovnis, las que generalmente son de carácter místico religioso, señalando preocupaciones por la bomba atómica, la ecología, la consciencia del hombre y la falta de religiosidad (contactismo de los años 50)
c) Aparición del fenómeno abducción (Caso Hill), y proliferación de relatos similares (Años 00 y 70)
d) Informes de experimentos de carácter sexual y médico
-Toma de óvulos y semen,
-Relaciones sexuales entre terrestres y extraterrestres (Vilas-Boas),
-Operaciones bizarras (extracción del cerebro y órganos similares),
-Colocación de implantes,
-Hijos híbridos
e) Multiplicidad de experiencias abductorias (Por ejemplo los casos reportados por G. Vanquelef[7] acerca de abducciones en niños, las experiencias múltiples de W. Strieber[8], Linda Napolitano y similares; así como los casos reportados por John Mack[9] y Budd Hopkins[10].
f) Abducciones no directamente relacionadas con ovnis, visitantes de dormitorio (W. Strieber. L. Moulton) viajes astrales y similares (Strieber)

Los abismos de la memoria
La memoria humana es probablemente uno de los más grandes enigmas de la ciencia actual, el modelo de la computadora, que nos resulta muy familiar, como un sistema de ordenamiento de información según diversos nexos es muy parco y con toda seguridad fallido.
Cuando se trata del fenómeno abductorio, el problema de la memoria es uno de los ejes que debe tomarse como referencia, pues, antes que nada estamos tratando, no con elementos reales sino con recuerdos.
Es bien sabido que la memoria, lejos de ser el equivalente de un diskettemagnético de computadora es algo mucho más compleja. Hagamos un experimento mental: Recordemos nuestra última fiesta de cumpleaños. ¿Qué es lo que vemos? Nos vemos a nosotros caminando entre la gente, recordamos los rostros de los amigos que nos acompañaron, el lugar de la fiesta, algunos de los regalos, nos vemos a nosotros mismos riendo, platicando con algún amigo, etc. Esto, que parece ser una experiencia muy sencilla y una rememoración que no ofreciera mayores problemas se convierte rápidamente en un enigma.
Pronto nos daremos cuenta de que nuestros recuerdos no son tan fieles como creemos, resulta que recordamos gente que obviamente no pudo asistir a dicha fiesta, algunos de los regalos son de fiestas anteriores, y pronto nos percatamos de que no recordamos a alguien que forzosamente estuvo en la mencionada fiesta, o cuando queremos recordar algo, nos resulta casi imposible. Otros fenómenos son bastante interesantes. ¿Por qué nos vemos a nosotros mismos? es obvio que esto es imposible, no nos podemos ver a nosotros mismos.
Es muy probable que si analizamos más ampliamente nuestra manera de recordar, veremos que tenemos algo así como una perspectiva aérea, como si estuviéramos sobrevolando la fiesta o viéndola desde arriba. Como sabemos, esto, al igual que el vemos a nosotros mismos, resulta imposible, sin embargo ¿por qué ocurre? La respuesta parece encontrarse en el hecho de que la memoria es algo bastante más complicado que un sistema de almacenamiento de información, mucho más complicado que una biblioteca o una computadora, parece ser algo constantemente cambiante, algo que integra experiencias, reales, imaginarias, deseos, fantasías, y que tiene un papel muy activo en la construcción del recuerdo, la perspectiva aérea de nuestro experimento parece mostrarlo claramente.
Hace poco tiempo, John Rimmer relataba en Magonia, lo que él llamaba la experiencia psíquica más aburrida del mundo. “Un médico debe salir de noche de su casa por una emergencia, su esposa se queda en la cama, al rato oye llegar el coche, se levanta y asoma a la ventana para ver como el coche de su esposo entra en el garaje. Regresa a la cama para esperarlo y se queda dormida”.
El problema es que al despertar al día siguiente, la esposa se da cuenta de que lo que vio en la noche es absolutamente imposible… su casa no tiene garaje…

Es importante tomar en cuenta estos elementos, así como mucho más en el momento de hablar de casos de abducción, pues con lo que el investigador se enfrenta es antes que nada a recuerdos.
Vayamos más lejos, y pronto notaremos que a lo largo de nuestra vida todos hemos tenido experiencias similares. Hay todo un recuerdo de un acontecimiento que cuando lo checamos con otras personas, cuando comparamos fechas y eventos, etc. resulta que no pudo haber sido así como lo recordamos. Hay también otros casos más interesantes. Hemos olvidado por completo eventos que jugaron un papel muy importante en nuestras vidas, así como recordamos otros que pueden parecemos abiertamente banales. ¿Cuántas veces no tenemos un claro recuerdo de que algo fuera muy grato o placentero siendo que en verdad fue todo lo contrario? o viceversa, ¿Cuántas otras veces recordamos algo como especialmente desagradable y la historia nos enseña que fue -o debió ser- algo agradable…? Cuántos de nosotros no tenemos por ejemplo cicatrices en la piel que no recordamos como nos las produjimos, y este es un elemento importante, pues algunos investigadores consideran elementos de este tipo como pruebas claras de la intervención alienígena[11].
La verdad parece ser incluso que toda la historia de nuestra vida es un compuesto; producto de una realidad exterior, una realidad del mundo del deseo, y el paso de la realidad exterior a través de un sistema de significantes propios para cada individuo que construye en su interior no una réplica del mundo sino una interpretación de éste, aquello que Freud llama “La novela familiar del neurótico”[12], en la cual algunos elementos aparecen interpretados como buenos, otros como malos, algunos otros como indiferentes, etc.
El recuerdo encubridor
Freud[13] hace ya 100 años nos dio luz sobre este tema al acercarse junto con Breuer al estudio de la histeria[14], encontró primeramente como base de su investigación la teoría del trauma. La cual ubicaba como base del trastorno histérico la existencia de un recuerdo traumático reprimido, lo que lo llevó a la postulación de su ya famosa teoría del inconsciente. Grosso modo podemos decir que la persona vive una situación que resulta traumática y por ello “decide” olvidarla, reprimiendo (verdrángung) -desalojando de la conciencia- dicha vivencia. Podríamos decir, que en cierto modo se ha separado la pareja significante significado. El problema es, dice Freud, que el monto afectivo ligado a tal representación retoma por otras vías, e inviste diferentes elementos. Así por ejemplo[15], la histeria sería la descarga del monto afectivo por vía de la conversión, la neurosis obsesiva correspondería al desplazamiento de una representación a otra que le fue asociada en un momento determinado. De este modo, la angustia por la sexualidad puede ser asociada y desplazada por una angustia o un miedo obsesivo al orinarse como en el caso de la muchacha del teatro que Freud comenta ampliamente[16].
Sin embargo, Freud poseía un sentido común, que pocos -si alguno- de los proabduccionistas de hoy en día poseen. Freud se pregunta si acaso es posible que todas esas histéricas y todos esos neuróticos hubieran en realidad sido seducidos por sus padres, nanas, o criados cuando niños. Todo ello indicaría que la sociedad vienesa era abiertamente una sociedad sin escrúpulos. Al desechar la hipótesis traumática -acto originario del psicoanálisis- Freud abre la posibilidad a una exploración mucho más interesante y abierta del contenido psíquico.
Realidad fáctica y realidad psíquica
Si bien en algunos casos, la hipótesis traumática parecía corresponder a una realidad fáctica (es decir un hecho efectivamente ocurrido), en muchos otros, Freud descubre que el hecho y el recuerdo emergido de lo inconsciente no pueden haber sido reales, sino que tienen más bien el carácter de una ensoñación. Esto lleva a establecer la existencia de dos niveles de referencia. Una realidad fáctica que correspondería a los hechos efectivamente ocurridos y en oposición a ella una realidad psíquica, es decir una realidad no necesariamente coincidente con los eventos del mundo sino correspondiente al mundo del Deseo.
Es preciso ser aún más estricto en este punto. Ya que muchos recuerdos son el producto de la interacción de un nivel de lo exterior con un nivel de lo psíquico, es preciso señalar que todo recuerdo es ya, y de por sí una interpretación, todo recuerdo es una reconstrucción -una traducción- en palabras o imágenes de una serie de elementos psíquicos, algunos conscientes, otros inconscientes. Recordemos la sentencia “traduttore étradittore”, que significa que por definición toda interpretación conlleva un nivel de pérdida. Por ello, el nivel de la realidad psíquica resulta siempre mucho más importante que el nivel de la realidad fáctica, suponiendo que podamos acercarnos a tal.
Es preciso señalar -ojo racionalistas- que, si bien el psicoanálisis reconoce la irrealidad táctica de la realidad psíquica, ello no quiere decir que corresponda a una invención intencional por parte del relator. La realidad psíquica es una realidad corno tal para el que la recuerda, no se trata de un engaño, y si bien no corresponde a una exterioridad del mundo, corresponde sin embargo a la interioridad del mundo psíquico, al Deseo, y por ello actúa como elemento causal, es decir produce efectos. De ello deviene, que no basta con mostrarle a la persona que lo él o ella creen no ocurrió o que es fruto de sus fantasías; por el contrario, es preciso trabajarlo a nivel analítico, interpretando su lugar y su participación en un proceso de conformación de la relación de esa interioridad con la exterioridad. Podríamos decir que a nivel de lo psíquico, es lo mismo haber sido violado de niño que creer haber sido violado de niño. Freud descubre pues, que las escenas traumáticas correspondían fundamentalmente, a una constelación que llama realidad psíquica, conformada por los deseos inconscientes de la persona; se trataba de aquello que se llamado una formación de compro- miso, resultado del conflicto entre aquel Deseo inconsciente que pugna por acceder a la conciencia y aquella fuerza que se opone a su emergencia.
Los síntomas, sean histéricos, obsesivos, fóbicos, e incluso los síntomas psicóticos, al igual que el sueño y el lapsus, corresponden pues a una intención de articular en palabras el Deseo. No siempre, es posible, más bien es imposible lograrlo, por ello, el Deseo vuelve una y otra vez, cada vez más y más deformado[17].
El Edipo y el trauma de nacimiento

Desde este lugar, grosso modo, la abducción de Carlos Díaz correspondería a una reconstrucción fantaseada de lo que sería el momento inicial de la separación madre-hijo.
1) Un primer momento de la unidad indiferenciada madre-hijo, aquello que se llamará célula narcisista primordial. En donde no hay diferencia alguna entre la madre y el hijo.
2) Un segundo momento en que se da la separación de la madre en cuanto objeto total de la exterioridad para el hijo, el gran otro le llamará Lacan. Aquí el hijo aparece separado de la madre, pero al mismo tiempo como complemento absoluto de su ser, ocupando el lugar de aquello que colma su Deseo (el deseo de la madre). Como objeto del deseo de la madre se convierte así en su falo imaginario.
Desde el lado del hijo, la madre es su totalidad y su ser sólo tiene significación en relación con el deseo de la madre.
3) En un tercer momento, la invocación del tercero, el padre, por parte de la madre, se manifiesta en que la madre dirige su deseo ya no hacia el hijo, sino hacia el padre. Esto produce que el hijo deje de ser el falo de la madre. Desde el lado del hijo, éste deja de ser lo que complementa a la madre, lo que adquiere la significación de que él (el hijo) no es perfecto ni completo, que le falta algo (el falo), que está castrado; y que ese algo que a él le falta (el falo) hay otro que “si” lo posee: el Padre. Para tener aquello que el niño quiere, el objeto de su completud (la madre), deberá pues ser como aquel, identificarse con aquel que tiene lo que a él le falta[20], el falo simbólico.
El trauma de nacimiento, en nuestra opinión, no corresponde pues a un trauma que haya tenido lugar -aunque efectivamente el nacimiento es algo que ocurrió en la realidad- pues el niño no cuenta en esos momentos con las capacidades biológicas[21] para construir una imaginería tan amplia. Si corresponde, en cambio, a un fantaseo inconsciente acerca del propio nacimiento, de las separación con respecto a la madre-falo y de la separación de la imago narcisista del Yo ideal, producto de un intento de resolución del conflicto edípico. El “recuerdo” del nacimiento se convierte y opera como la versión imaginarizada del momento de la separación de la madre, es decir el momento de la castración.
Es decir, el trauma del nacimiento es una fantasía primordial, al igual que la fantasía de la escena primaria, tan usada en contra del psicoanálisis por aquellos que no lo entienden en absoluto.
Desde esta óptica sería posible ubicar a las fantasías abductorias, las posesiones diabólicas, las escenas de abusos infantiles, y toda aquella amplia rama de los llamados recuerdos falsos (“Falses memories” en Inglés), como fantasías quede alguna manera u otra tienden a construir un universo de interpretación en donde ubicar el conflicto edípico de la castración. Del mismo modo que la escena de la seducción infantil de las histéricas de Freud no correspondían a una realidad sino que eran una construcción[22] que permitía poner en palabras el Deseo y el conflicto edípico; las abducciones, y toda la reciente parafernalia ocupan un lugar análogo, eso si adaptado a las modas contemporáneas.
La respuesta parece entonces ser obvia, independientemente de su contenido manifiesto, parecería haber en todo este tipo de fantasmas, un intento de simbolización del conflicto edípico. Creemos que es así.
Yo e Ideal del Yo
La separación, el corte, introducido por el Edipo, hace aparecer al sujeto como incompleto a nivel de lo simbólico, como carente de aquello que la madre desea, el Falo, la insignia del poder y de la ley, y ubica este Falo simbólico en la figura del Padre Ideal (no el Padre Real), el padre que aparecería completo, no castrado. Esta figura se propone entonces como modelo de aquello que el niño quisiera ser; se convierte en lo que Freud llama el Ideal del Yo (Ich-Ideal)[23], cuyo modelo a su vez es aquella figura fantaseada de la completud perdida el Yo Ideal (Ideal-Ich) del narcisismo perdido que, sobra decirlo, tampoco existió jamás en la realidad, sino que es un producto a nivel de lo imaginario.
El papel del Ideal del Yo, propone un modelo exterior de lo perfecto y absoluto. No es necesario pues buscar mucho para ver por ejemplo en el caso de Christoph Haizzman estudiado por Freud[24] que la figura del demonio que se posesiona de su alma, corresponde a la imagen fantasmática de este padre amenazante y castrador del segundo momento del Edipo, el padre terrible, que separa al hijo de la madre; en tanto que la figura de Dios corresponde a este padre perfecto y modelo identificatorio que perdona y que se toma como modelo.
La posesión diabólica de Haizzman es así un intento de resimbolización, de reconstrucción, de resolución del conflicto edípico, resolución que en este caso parece haber sido fructífera.
La figura del padre aparece así escindida en dos partes: El Padre Terrible (Padre castrador) y el Padre Amado (Padre de la identificación), Bien y Mal, Luz y Oscuridad. Figura imaginaria y maniquea que sirve de filtro interpretativo a la relación con el mundo. Modo en que lo simbólico se encadena a lo real ya lo imaginario de la pérdida, para construir la realidad psíquica.
A nivel de las abducciones encontramos en muchos casos la presencia de este tipo de elementos marcados al igual que el padre por la ambivalencia. Por un lado los extraterrestres malvados, fríos e impersonales, y al mismo tiempo, la presencia de un ser protector, bondadoso y bienhechor; la figura de un padre amoroso y vigilante presto a proteger al abducido (Jennifer Williams, Strieber).
La aparición del extraterrestre como el padre- castrador-separador de la madre se presenta en muchos casos correspondientes a los llamados visitantes de dormitorio. Por ejemplo en el caso Cortile, el pequeño John dice ver a su madre paralizada y sin poder hacer nada por seguirlo, mientras los extraterrestres se lo llevan por una ventana…
Aparece igualmente en muchos casos y a modo de complemento, la figura del extraterrestre bueno (Ideal del Yo), que encarga al abducido-contactado el cumplimiento de una misión generalmente de características religiosas. A menudo el contactado-abducido dedica a ella su vida, el carácter de la misión divina representa ser el elegido, el mejor de todos, el favorito del padre… Este lugar implica el ser aceptado por el padre y por ello lo libera de la figura persecutoria del Padre Terrible. Le da la posibilidad de construir algo con su vida, de resolver -aunque sea endeblemente- su propia castración (su incompletud). Podríamos ir aún más lejos y decir que en muchos casos nos encontraríamos con aquello que Lacan deja entrever como un Sinthome en su trabajo sobre Joyce[25] y que siguiendo a Braunstein[26] preferimos transliterar corno Syntoma. Algo que viene a sostener y dar sentido a una vida que de otro modo hubiera desencadenado en un síntoma psicótico.
Así el terapeuta ingenuo -vaya que los hay- cree estar tratando con un elemento real en la vida del sujeto, sin darse cuenta que está proveyendo al sujeto con un escenario en donde representar su propio conflicto edípico, cuando no también el del analista.
La novela familiar
Uno de los puntos más interesantes desarrollados por Freud es la noción de la novela familiar del neurótico[27]. La novela familiar es la versión novelada de la vida del paciente en la cual se entremezclan numerosos elementos de la realidad y deseos inconscientes. Algunos de los elementos característicos de la novela familiar, se constituyen alrededor de la fantasía de no ser hijo de los padres sino ser un hijo adoptado. Los verdaderos padres, serían ricos, famosos o de noble cuna y en algún momento aparecerían para rescatar al niño, o este acabará demostrando sus cualidades superiores.
Notemos que esto no es ninguna novedad pues pertenece a una amplia serie de leyendas. El héroe, es un ser noble (divino) que constantemente da pruebas de ello (La Cenicienta es hija de un hombre rico que muere y queda a merced de la madrastra; Blancanieves es una princesa abandonada en el bosque; Dionisos es hijo de Zeus; Rómulo es hijo de Marte; Hércules es hijo de Zeus, del mismo modo que el brujo de los pueblos aborígenes es el elegido por los dioses o espíritus para hacer saber a los hombres sus deseos). Esta profunda fantasía, que todos hemos tenido alguna vez, tiene que ver con la omnipotencia infantil, el deseo de superar o de trascender la mundanidad de los padres y comprobar su origen divino, trascender lo humano y ser un Dios, tema que igualmente ha sido manejado por la ciencia ficción (2001 entre otros). En el fondo, es el deseo de superar al padre que tiene a la madre y no estar sometido a la ley de la prohibición, sino ser el que hace la ley (Dios). De ahí, que el contactado-abducido, tenga un mensaje para la humanidad, una Verdad que dar a conocer. En el interior de su fantasía se acerca a la figura amada y temida del padre, está a la par de él (a la diestra), es el mejor, el elegido, el que salvará a todos, como el pequeño Zeus salva a sus hermanos del vientre de Cronos y ocupa el lugar del padre de los dioses.
El abducido, como el héroe o el chamán de los pueblos tribales, como lo ha señalado T. Bullard, tiene una misión que cumplir yal mismo tiempo hay un rito iniciático que lo prepara y lo acerca al dominio de la verdad y de sí mismo. No es de extrañar pues que el abducido considere que se trata de pruebas que tiene que cumplir. Pruebas que van desde la abstinencia sexual hasta seguir dietas vegetarianas…
La abducción como sistema de creencias
El famoso antropólogo francés Claude Lévy-Strauss[28] ha elaborado un interesante concepto antropológico que creemos puede darnos bastarte luz sobre el papel que el fenómeno abductorio ocupa en nuestra cultura contemporánea.
Al interrogarse sobre el por qué las prácticas de hechicería en los pueblos primitivos (o los no tan primitivos). Lévy-Strauss propone que el funcionamiento de una práctica de hechicería, y por extensión, de cualquier práctica social, sólo es posible al interior de una estructura sistemática que lo sostenga. De ahí propone el concepto de sistema de creencias que cumple tres funciones primordiales:
a) Explica el mundo; al hacerlo ordena los fenómenos naturales y sociales en una estructura explicativa que cumple el papel de una verdad.
b) Al explicar el mundo permite la ubicación de la persona en relación con ese mundo, distribuye lugares y roles sociales así como normas y formas de comportamiento, sistemas de legalidades, permisiones y prohibiciones. A modo de ejemplo podemos considerar al incesto sería un ejemplo de estas prohibiciones, el incesto es algo que a partir de un lugar social (simbólico) distribuido a padres e hijos u otros parientes (que puede o no coincidir con los parentescos biológicos) instituye todo un sistema de prohibiciones y regulaciones de la sexualidad humana.
c) Su labor de sistema de explicación consiste en la integración de los elementos del mundo (reales. simbólicos o imaginarios) al interior de un sistema de significaciones. Distribuye significados posibles a elementos que no tienen significado alguno, es decir que son simplemente significantes. Por ejemplo un eclipse, que no posee significado alguno ni relación alguna con la vida de los hombres, se integra en un sistema de representaciones en el cual puede significar que un determinado Dios está molesto y requiere de un sacrificio humano, en otro sistema de creencias podría significar el nacimiento de un rey, etc.
Es importante destacar que, si bien el análisis de Lévy-Strauss se ubica sobre la creencia en la magia entre pueblos aborígenes, ello no implica que las sociedades modernas no posean a su vez sistemas de creencias. Por muy verdaderos que estos sean, como es el caso de la ciencia, el papel es exactamente el mismo, ofrecer una estructura de interpretación de la realidad, tanto a nivel social como a nivel personal.

Los ovni son, en nuestra opinión, parte de un moderno sistema de creencias. Ante los problemas que para muchas personas implican el sostener los sistemas tradicionales (religiones ideologías etc.) Los extraterrestres, los ovnis y las abducciones ocupan un lugar análogo. A una vida vacía y sin explicación posible vienen a darle un significado. Ya no se puede creer en los milagros los dioses antiguos o las brujas, pero si se pueden sustituir por pequeños seres grises de zeta-retículi.
Los contenidos del relato abductorios y el psicoanálisis
Si bien hemos tratado de desarrollar el problema de las abducciones al interior de las teorías psicoanalíticas es preciso también recurrir a una interpretación ya no de la estructura de la fantasía abductoria, sino también de los contenidos de la misma.
No exageramos si decimos que los contenidos de las historias abductorias resultan ser en numerosos casos, abiertamente sexuales; así tenemos manipulaciones de los genitales (Hill), introducción de objetos como implantes nasales (Price, Lucca) o penetraciones anales con tubos y similares (Strieber), extracciones de fetos, etc., toda una imaginería sexual en la que se conjugan deseos, miedos, represiones, etc. No faltan violaciones (Marlene Travers), extraterrestres obligando al abducido a tener relaciones sexuales (Vilas Boas, Joao Valerio, etc.), para engendrar un hijo híbrido, ¿un salvador, un semidiós, la unión final del hombre y dios?, el papel del elegido o la elegida que logra ponerse a nivel de la completud perdida.
La misma imagen de la cicatriz no recordada, a la que tan afecta resulta Genevieve Vanquelef como prueba de la abducción de los niños, no puede dejar de remitimos a una imaginarización de la pérdida, de la castración. La cicatriz imaginaria de la pérdida del falo, representada en el cuerpo por una de esas numerosas cicatrices que todos tenemos y no recordamos como nos la produjimos…
Algo similar podemos decir de las “naves” en las que se producen las abducciones. Son lugares esféricos (Díaz, Strieber, etc.) ¿Acaso se trata de una imaginarización del estado fetal?, una fantasía de como se era antes de haber sido separado de la madre (castrado).
En todo caso, nos parece que si bien el presente artículo pretende ofrecer simples pistas en relación a un área y un instrumento de investigación que consideramos ampliamente valioso en los modernos casos de abducciones, es preciso sin embargo hacer notar, que el psicoanálisis no ofrece respuestas que podamos generalizar y a partir de las cuales podamos establecer un modelo explicativo único. Por el contrario, el psicoanálisis tiene un fundamento en la clínica, en el estudio caso por caso para “construir una interpretación” en el sentido analítico de esta expresión.
Sin embargo, es prudente recordar a toda una amplia serie de terapeutas, psicólogos, y similares aquello que Freud llamaba la transferencia del médico. No hay que juzgar al paciente desde nuestros propios deseos, desde nuestras propias imágenes ni llevarlo hacia lo que queremos. En muchos casos, es obvio, quien busca abducciones va a encontrar abducidos, quien busca abusos sexuales los va a encontrar, así como aquel que busca vidas pasadas también va a encontrarlas. Las abducciones son un sistema de creencias que explica el mundo para el paciente y para el médico, un arma poderosa y peligrosa que es necesario usar con prudencia.
[1] Publicado originalmente como Escobar Sotomayor Héctor,Abducciones: La interpretación psicoanalítica, Perspectivas Ufológicas, Año 3, No. 7, México, febrero de 1996. Págs. 37-43.
[2] Héctor se refiere al caso de R. L. Johannis, un fraude comprobado del que nos ocuparemos en un futuro. (Nota de LRN)
(Nota de LRN)
[4] Ver: http://marcianitosverdes.haaan.com/2010/04/viaje-a-venus-en-un-plato-volador-la-increble-historia-de-salvador-villanueva-1/
(Nota de LRN)
[5] Ver: http://www.lulu.com/product/tapa-blanda/extraterrestres-ante-las-c%C3%A1maras-volumen-x/15468746
(Nota de LRN)
[12] Freud, S. La novela familiar de los neuróticos, en Obras Completas V. IX,Amorrortu, Argentina 1990.
[18] Banchs, R. Ingeniero White un caso de fantasía perinatal.Perspectivas ufológicas, Año 3, No. 7, México, 1996. Págs. 16-25.
[19] Massota, O. Lecciones de introducción al psicoanálisis. Gedisa, Argentina, 1990. y Saphouan, M. Estudios sobre el Edipo, Siglo XXI, México, 1988.
[21] La maduración neurológica cerebral, por ejemplo, no permiten que el niño pueda construir imágenes visuales o auditivas ampliamente integradas. De ahí que el niño no empezará a hacer “insights” visuales sino con posterioridad al tercer mes, época en que las vías neurológicas ya han madurado lo suficiente.
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