Elecciones 2018. ¿Ricardo Anaya candidato del PRI?



Mi análisis sobre como Ricardo Anaya podría ser el candidato del PRI.



Las elecciones que vienen y algunos escenarios posibles.

Es preocupante en grado sumo la evidente intervención del gobierno de Enrique Peña desde la Procuraduría  General de la República y el efecto terrible que puede tener en las próximas elecciones tanto federales como estatales a realizarse en julio de este año.

Me refiero, como todos sabemos, a la campaña en contra del abanderado del Frente conformado por PAN, PRD y MC, Ricardo Anaya, a quien NO SE ACUSA, sino que se le pretende involucrar en operaciones de lavado de dinero hechas por una persona, Emmanuel Barreiro a quien Anaya le habría vendido unos terrenos y una nave industrial en Querétaro. Subrayo que la PGR no ha acusado a Anaya de ningún delito, pero le ha vinculado maliciosamente con el acusado. Es como si uno vendiera un coche y lo acusaran a uno de vendérselo a alguien que es un narcotraficante, como si uno fuera responsable de averiguar de dónde viene el dinero con el que a uno le compran. Cumplidos los requisitos de pago mediante banca, etc, el vendedor no tiene ninguna responsabilidad ni tampoco tiene por qué suponer un origen ilícito de los dineros con los que le están pagando.

El hecho de que no haya una acusación formal contra Anaya, indica que no existe ninguna prueba de delito (por el momento); claro que esto lleva a que uno se pregunte  por qué no esperaron hasta tener pruebas, pero esto pone en evidencia que no se trata de un asunto de procuración de justicia sino de un asunto eminentemente político. Se trata de generar una percepción de ilícitos en donde no existe evidencia alguna. Obra decir que si hubiera tales pruebas lo coherente habría sido acusar y presentar las pruebas que lo involucraran.

Llama también la atención la extraordinaria celeridad para atacar de la PGR y el procurador interino Alberto Elías Beltrán, esa misma PGR que tiene detenidas las investigaciones y denuncias que el procurador anterior Raul Cervantes anunció, antes de separarse de su cargo,  a fines del 2017 que estaba lista en contra de diversos funcionarios, entre ellos Emilio Lozoya, exdirector de PEMEX por corrupción. A diferencia de otros países, en México, estas investigaciones han quedado misteriosamente detenidas. Tanto es así que el Tribunal Federal de Brasil informó a que la PGR mexicana cuenta con todos los expedientes y datos de las investigaciones hechas y que involucran directamente a Lozoya y otros servidores públicos mexicanos. No es vano señalar que en otros paises como el mismo Brasil, Perú y otras naciones las investigaciones sobre los sobornos de Odebrecht han acarreado destituciones y juicios legales y políticos de distintos funcionarios. México es pues el único lugar donde no se investiga nada o si se investigó no se procede. Se conoce que en otros países los sobornos de Odebrecht sirvieron para financiar campañas políticas y sería muy extraño que no se hubieran usado pora lo mismo en México, lo cual coloca al actual presidente Enrique Peña Nieto como uno de los posibles beneficiados de dichas operaciones.

Señalo lo anterior solo para mostrar lo que no puede pensarse más que como un manejo político de la PGR, atacar con pocas o ninguna prueba a un político opositor y empantanar y detener una investigación mucho más sólida como la de Odebrecht y en la que funcionarios del gobierno mexicano, de quien depende la PGR estarían invoucrados. Al no haber una autonomía de la PGR el gobierno aparece como investigador, juez, y parte de lo que podría acusársele.
Hice este pequeño circunloquio que creo necesario para volver al problema de las acusaciones penales con motivaciones políticas. No son una novedad. Probablemente el caso más emblemático pero no el único nos remonta a 2004 2005, en donde el gobierno panista de Vicente Fox aprovechó el desacato del entonces jefe de Gobierno Andrés Manuel López Obrador, a una orden judicial (No detener la construcción de un camino que daba acceso a un hospital) para montar una campaña judicial a fin de desaforarlo de su cargo, juzgarlo y de este modo impedir su candidatura a la presidencia de la república; sólo enormes movimientos sociales impidieron este despropósito cuya intención política, ha sido puesta de manifiesto por muchos de sus actores, por ejemplo Diego Fernández de Cevallos, pero que sus principales oponentes como Vicente Fox y Santiago Creel siguen negando.

Cabe entonces preguntarnos si estamos ante el mismo tipo de maniobra.

Todas las encuestas serias ubican actualmente como claro ganador a Andrés Manuel López Obrador del partido MORENA con una ventaja de entre 8 y 15 puntos respecto de su más cercano perseguidor, Ricardo Anaya candidato del frente conformado por el PAN, el PRD y MC. Y de 12 a 20 puntos sobre el candidato oficialista José Antonio Meade del PRI.

En este escenario el candidato del PRI estaría condenado a un lejano tercer lugar en las elecciones. Se argumenta que en este sentido, la función de las acusaciones contra Anaya tendrían por finalidad “tumbarlo” del segundo lugar y esperar que el voto que le habría beneficiado, se vaya con el candidato oficialista –Meade-. Esta especulación sin embargo parece muy poco realista. El PRI es un partido con un muy alto porcentaje de voto negativos (votantes que nunca votarían por el PRI) cerca del 30%; entonces suponer que sacar a Anaya de la contienda beneficiaría proporcionalmente al PRI no tiene mucho fundamento. Es muy probable que gran parte de ese voto se iría con López Obrador ya que fue el candidato en las dos últimas elecciones del PRD, partido que ahora propone a Anaya, incluso gran parte del panismo nunca votaría por el PRI. Una primera evidencia de esto aparece al percartarnos que en las últimas semanas en que se ha desatado el ataque contra Anaya, si ha disminuido su porcentaje de intención de voto, pero también lo ha hecho el de Meade, candidato del PRI y ha aumentado el de López Obrador.

Consideramos pues que este primer escenario consistente en bajar a Anaya para que Meade suba al segundo lugar y luego definir la elección contra López Obrador, puede ser el escenario más obvio, pero el menos realista, pues nada garantiza –ni remotamente- que bajando a Anaya suba Meade. Sería necesario luego de la campaña anti Anaya una enorme campaña anti López Obrador, como las de 2006 y 2012, sin embargo todo parece indicar que esos argumentos se agotaron y que no hay en realidad nada que pueda imputársele, y que si lo hubiera sin duda ya habría sido usado.

A partir de ahora entraremos en un mundo de hipótesis bastante maquiavélicas.

Recientemente algunos analistas especulan que se habría dado un acuerdo tácito entre el PRI y López Obrador para aceptar la victoria de este último a condición de que no persiga al gobierno saliente. López Obrador ha mencionado mucho que no hará cacería de brujas. En este discurso sin embargo se desliza la imagen de que el verdadero oponente sería ANAYA ya que Morena y el PRI podrían tener un acuerdo para mantener la impunidad del gobierno priista. Sin embargo la historia de la relación entre Anaya (PAN) y PRI muestra exactamente lo contrario. Anaya fue de los principales promotores y defensores de las distintas reformas, energética, educativa, etc. propuestas por el gobierno de Peña Nieto en el llamado Pacto por México, por lo tanto no existiría de fondo una gran oposición política ni de modelos de gobierno. En este escenario cabe perfectamente la posibilidad de atacar a Anaya para presentarlo como un mártir democrático, apoyarlo desde el gobierno en este doble juego y restarle votos a López Obrador. El “sacrificado” en este escenario sería José Antonio Meade, candidato del PRI, pero no miembro de dicho partido, y que también fuera colaborador del gobierno panista de Felipe Calderón (2006-2012) como secretario de energía y secretario de hacienda. En este escenario se trataría de una alianza oculta PRI-PAN para apoyar a Anaya, pero para ello sería necesario atacarlo políticamente para darle el cariz de antisistema y de que el PRI le teme; mejor aún, elevarlo a la categoría del héroe que resistió los embates del gobierno y mostró su inocencia. Eso atraería el voto antipri y colocaría a Lopez Obrador –candidato antisistema- como una nueva forma del viejo PRI, que es el estigma que se le achaca por su origen priista.
En el terreno de la política real, el candidato Anaya, completamente acorde con los modelos sociales políticos económicos etc. que han defendido tanto los gobiernos del PAN como PRI aparecería como antisistema ante ele lectorado, pero en el ejercicio de su gobierno –de haberlo- continuaría con los mismos modelos económicos, políticos, etc, tal como ocurrió con el gobierno de Vicente Fox que dejo inamovibles las estructuras priistas del estado mexicano.

Obviamente los párrafos anteriores son pura especulación, pero hay algunos elementos que de observarse podrían darnos alguna razón.

  1. 1     El discurso en que se coloca a Anaya como antisistema (esto ya se ve desde la semana pasada)
  2.    La victoria épica de Anaya contra la PGR, tendría que producirse un mes o menos antes de las elecciones para que adquiera el carácter de héroe.
  3.    La declinación de algunos candidatos independientes en favor de Anaya, ensalsándole como mártir democrático.
  4. La diseminación de ataques político legales de la PGR contra López Obrador o sus allegados políticos, independientemente de su veracidad o no.
  5.   El decreciente papel de la campaña de Meade a partir de la “épica victoria” de Anaya contra el sistema político judicial que lo persigue.

Si estos elementos aparecen en escena creo que estaremos presenciando una terrible puesta en escena del estado mexicano y de algunos partidos políticos y una de los más aberrantes atentados contra la democracia.




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